sábado, 25 de marzo de 2017

DOSCIENTOS VEINTISEIS







En ocasiones, a través de comentarios en FB, establezco cierta amistad con personas a las que nunca he visto y sin embargo, parece que tenemos ideas parecidas acerca de temas que nos interesan a ambos.
A pesar de que yo suelo ser bastante explícita, en cuanto a dar a entender que no me gusta salir de casa y que solo lo hago con amigos con los que ya tengo confianza, a veces me veo en aprietos, como el que me sucedió ayer.
Ya me había dado cuenta de que un artista de Barcelona había dejado caer que tenía intención de venir a Bilbao, para ver la exposición del Guggenheim sobre el Expresionismo abstracto.
Es un auténtico devoto de Rothko e incluso me atrevería a decir que su influencia se manifiesta en la obra de mi “amigo” sin disimulos de ninguna clase, algo que me resulta difícil de silenciar. 
Cuando ya tenía comprado su billete de avión, me envió un mensaje privado en el que me invitaba a comer con él en Nerua, que es el restaurante del Guggenheim, el cual según Belén Lucas, la directora del lugar donde voy a la clase de escritura, es mejor que Azurmendi.
Hace tiempo Mattin nos invitó a Lisa y a mí al de Eneko Atxa y me gustó, me pareció como un paseo por el bosque, lo pasé muy bien.
Acepté la invitación del catalán, no porque me apeteciera estar con él, sino porque tenía ganas de conocer el famoso Nerua.
Debe de ser carísimo, a pesar de tener menos estrellas Michelín que el otro.
En el momento en que hice clic y salió mi mensaje, me puse tan nerviosa que al cabo de un rato decidí decirle que no podía ir.
Un motivo personal de suma importancia me lo impedía.
Contestó en seguida diciendo que no me preocupara, que lo entendía y que ya nos conoceríamos en otra ocasión.
Recobré la serenidad y me di cuanto una vez más, de que meterme en situaciones incómodas no es mi fuerte.
Recuerdo algunas veces en las que me he encontrado en ambientes que no eran de mi estilo y he salido huyendo sin despedirme, ya que lo único que deseaba era sentirme libre.

Respecto a las amigos de FB, no es la primera vez que me pasa algo parecido, tanto con hombres como con mujeres.
Las consecuencias de mis negativas suelen ser parecidas.
Empiezo a notar frialdad en los comentarios y poco a poco dejamos de ser amigos.
No soy persona de grupos.
Me gusta estar con las personas mano a mano o en casos excepcionales puedo abrirme a tres.
Más gente me resulta imposible.
Me alteran las conversaciones cruzadas, la necesidad perentoria de tener que hablar, las interrupciones y todo el ruido que hacemos cuando nos juntamos mucha gente.

Prefiero el silencio.
Soy una maniática.

Me gusta la soledad.
No tengo la mínima intención de cambiar o si lo hiciera, sería para exagerar mis tendencias.


Hace tiempo, inauguraba una exposición en Madrid, me llamó mi madre para ver que tal estaba y para desearme suerte o éxito o lo que fuera y se despidió diciendo:

Blanca, por favor, no te extralimites en tus extravagancias (sic)








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