martes, 21 de marzo de 2017

DOSCIENTOS VEINTIDOS







Ayer me quedé con ganas de seguir escribiendo sobre lo que significa para mi internet y el mundo digital.
Hasta tal punto ha cambiado mi existencia que, incluso sabiendo que hay vida fuera de la pantalla, prefiero estar atenta a lo que encuentro en ella.
Cuando la profesora que tenía en Malibu me habló del MIT* y de Nicola Negroponte, su fundador, me leí su biografía y recuerdo que fue de gran inspiración para mi.
Me encantan las personas que creen en algo y nada les para en seguir adelante con su propósito.
Creo firmemente en la constancia.
Incluso en el caso de que el proyecto no salga como se esperaba, estoy segura de que a través del esfuerzo realizado, se ha conseguido reafirmar la voluntad lo que es un paso importante.
Nicola Negroponte dirigió el MIT y el trabajo realizado desde entonces, está enfocado a enseñar al mundo y sobre todo a los gobiernos, la manera de mejorarlo a través de la educación, por lo que es imprescindible que todos estemos conectados, ya que está comprobado que la inteligencia colectiva es más poderosa que la individual.
Negroponte predice, no futuriza.
A medida que avanza la tecnología en el MIT, él va viendo a donde se puede llegar, no necesita adivinar.
De hecho, hace treinta años predijo que uno de los siguientes pasos sería usar los dedos en lugar del ratón.

Otra predicción es que llegará un momento en que podremos aprender un idioma tomando una pastilla.



Al volver a Bilbao, lo primero que hice fue comprarme el iMac original, contratar un profesor que me daba clase dos horas diarias y seguir intentando que me resultase familiar el mundo digital, lo que no era fácil para una persona que se había pasado la vida con un lápiz y un papel e incluso con cierta adicción a las plumas estilográficas.
Tuve la gran fortuna de encontrar una academia en las Arenas donde me enseñaron a hace mi propia web.
Eso fue la felicidad.
La directora me puso como condición que aprendiera código y aunque la idea me asustaba, accedí y me di cuenta de que no era tan difícil.
Así que con paciencia y constancia, llegué a realizar mi propia web con mi propio estilo.
Para mi era fundamental hacer yo misma mi web porque las que veo, tanto las buenas como las que no lo son tanto, tienen algo que las hace parecidas y eso no me gusta.

Supongo que mi web resultará antigua hoy en día, aún así tiene su valor y en ella se encuentra una parte importante de mi trayectoria, tanto profesional como vital.

Una vez realizada mi web, mis ambiciones se hicieron mayores y me apunté en una academia de Bilbao a donde todos los que iban eran estudiantes de informática y, a pesar de poner toda mi alma en el empeño, siempre me quedaba rezagada.
Terminé el curso y decidí que prefería ir más lenta y disfrutar más.
Nada como conocer mis propios límites.




*Instituto Tecnológico de Massachusetts



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