lunes, 13 de marzo de 2017

DOSCIENTOS CATORCE







Ayer vi una película muy bonita, “Figuras ocultas”.
En cierta medida está llevada como si fuera un cuento, lo que no es de extrañar, porque el tema es tan duro, que si hubiera estado hecha con toda la seriedad que se merece, se nos caería la cara de vergüenza a los blancos.
Está basada en hechos reales.
A mi me da vergüenza ser blanca y más me daría si todavía fuera católica practicante, como lo fui en su día cuando me creía todo lo que me enseñaban en el colegio y en la casa de mis padres.
Incluso siendo blanca, he tenido que sufrir las humillaciones derivadas por ser mujer, no quiero imaginarme lo que hubiera supuesto ser negra además de mujer.


La primera vez que fui a Washington DC hace muchos años, me horrorizó ver la segregación que había entre blancos y negros, autobuses diferentes, escuelas, bares, ya no recuerdo pero sé que me disgustó y tardé mucho en volver.
Más tarde volví y aparentemente eso había terminado, todo funcionaba como en los demás estados del norte.


Tengo una gran animadversión hacia la injusticia.
Desde que era pequeña y estaba en el colegio no la podía soportar.
Incluso enviaban observaciones a mi madre diciendo:

Blanquita es muy justiciera.
Incluso se atreve a pedir explicaciones a las profesoras, cuando ve algo que no le parece correcto o que no entiende.

No me entra en la cabeza la discriminación a pesar de que, hasta que empecé a pensar por mí misma, me hablaban con gran desprecio de los comunistas a quienes llamaban rojos, y hablaban de ellos como si fueran la escoria de la sociedad.
Hasta tal punto me habían hecho creer que eran malas personas, que cuando murió Franco y empecé a ver a Carrillo en la televisión, me sorprendía que fuera una persona educada, culta, tranquila y con las ideas tan claras, que echaban por tierra todos mis prejuicios.

Afortunadamente, he tenido la gran suerte de haber conocido a personas buenas, inteligentes y muy razonables, que son o han sido comunistas y me han explicado lo que mis educadores me habían escondido.

La verdad es que la historia está escrita por los ganadores por lo que la mayoría de lo que estudiamos, es mentira.
Casi todo lo que sé y me consta que es verdadero, lo he aprendido a través de mis lecturas y conversaciones con personas mayores.







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