jueves, 19 de enero de 2023

CUATRO MIL SETECIENTOS SESENTA Y SEIS

 





Me pregunto qué pensarán los negacionistas respecto al cambio climático.

Hace setenta y seis años que vine a este planeta y nunca había visto que todo cambiara tanto y doy gracias al cielo de que avisen antes de que sucedan los acontecimientos porque grande fue mi susto y malestar cuando vivía en una planta baja de Las Arenas y se desbordó el Gobelas inundando mi casa, de la que tuve que salir huyendo con mi hijo recién nacido en brazos, gracias a que mi hermano Gabriel vivía en el segundo piso y nos invitaron a pasar allí los primeros días.

Recuerdo ver a mi hermano desde la terraza de su casa salir en un bote para buscar alimentos, la verdad es que a nosotros no nos faltó de nada, me sentí muy cuidada y pude ocuparme de mi bebé como si todo estuviera en orden.

Mi hermano Gabriel me ha salvado la vida en múltiples ocasiones, parece exagerado porque ¿Qué hubiera sido de nosotros si Gabriel no me hubiera acogido en su casa? 

Considero mi casa como el mejor refugio del mundo.

Solo estar en casa ya hace que me siente feliz aunque a veces me he encontrado mal, el hecho de estar entre las paredes de mi casa hace que me sienta protegida.

Reconozco que aquello fue una catástrofe para mí, poco a poco todo volvió a la normalidad, hasta que decidí cambiarme de casa porque el agua destrozo la mía.

Ahora estoy contenta porque vivo en un alto al que sería muy difícil que llegara el agua, me aterra la idea de tener accidentes caseros.

Todos los días doy gracias al cielo de tener buena calefacción y agua caliente, lo considero imprescindible.

Supongo que si no tuviera cocina me alimentaría de sandwiches que me encantan.





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