martes, 3 de enero de 2023

CUATRO MIL SETECIENTOS CINCUENTA Y CUATRO

 






Ayer empecé a leer el cuento de Vargas Llosa "Los vientos" del que tanto hablan por considerarlo autobiográfico y no fui capaz de terminarlo porque aunque reconozco que está maravillosamente escrito, el tema de lo que nos suceden a las personas mayores no me atrae, es como si lo conociera de antemano porque en el fondo es como estar enferma y ya he conocido la enfermedad cuando tuve la leucemia.

No sé como será mi futuro, desde luego yo trato de cuidarme todo lo que puedo, no fumo, no bebo, no me drogo, no sufro por tonterías, tengo plena confianza en Dios, duermo bien, con pastilla, me acostumbraron en Cruces, a ver quien es el guapo que deja el Orfidal con su síndrome de abstinencia y tomo Omega3.

Mi madre se había cuidado toda la vida, al estilo antiguo y le costó mucho morirse a pesar de que cumplió noventa y nueve años deseando terminar.



A mí me gusta vivir, agradezco la vida, al final siempre tengo suerte, seguro que para morirme también tendré suerte y me muero en la cama como un angelito.

Ayer Pizca me dijo un piropo que me gustó y me hizo reír: 

Tu no tienes desperdicio (sic) 

Me encantó y eso que a lo largo de la vida me han dicho toda clase de piropos pero creo que el de ayer de Pizca es el mejor de toda mi vida, creo que ese no se puede superar.






No hay comentarios:

Publicar un comentario