miércoles, 21 de septiembre de 2022

CUATRO MIL SEISCIENTOS OCHENTA Y UNO

 




Me encanta la idea de poder ver todos los días un rato del festival de cine de San Sebastián, me lleva al cine desde un lugar que no conozco, es como verlo por la puerta de servicio, se tiene acceso a cómo les vienen las ideas a los creadores y cómo forman un gran equipo y todo se va encadenando hasta que se forma una pieza  encantadora que tanto si funciona como si todavía no, a algunos les hace felices y a otros les despierta las ganas de estar ahí.

He vivido en el mundo del arte desde que era muy joven porque lo primero que supe es que quería ser pintora por encima de todo, incluso aunque fuera mala y lo he sido durante muchos años incluso dándome cuenta de que no funcionaba como hubiera querido* a pesar de lo cual insistí e insistí hasta que me rompí la pierna y no me quedó más remedio que cambiar el pincel por la pluma.

Escribir es como pintar, las pinceladas se transforman palabras y frases que cuentan una historia, se trata de contar algo que entretiene y te lleva a otro mundo sin salir de este.

Cuando era pequeña y veraneaba en Santurce con mi familia, a veces el jardinero nos contaba algo que ya no recuerdo excepto que me hacía soñar y me gustaba, siempre quería que nos contara algo, lo que fuera, era la idea de escuchar una historia o un cuento lo que me apetecía y me trasladaba a otro lugar.


*funcionar le llamo a poder vivir de mi trabajo, nunca se ha dado el caso aunque a veces he vendido bien mis cuadros pero fue pasajero.





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