domingo, 6 de febrero de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS ONCE

 





El documental que he visto hoy no es bonito como lo que he visto últimamente pero es muy interesante, he estado hipnotizada ya que los hechos son verídicos y vienen del mundo de la pintura, de autores que conozco, que han pertenecido a la generación que me precedía cuando yo estudiaba Bellas Artes y que me impresionaban, allí conocí a los expresionistas americanos y tuve la suerte de ir varias veces a Nueva York, fui a las mejores galerías de arte y al MOMA, aunque no recuerdo donde he visto muchas veces los cuadros de Rothko que tanto me impresionan, creo que en la Tate de Londres y también en los Guggenheim, NY y Bilbao, creo.

Se trata de una falsificación muy buena y de personas que se dejaban engañar porque nadie puede creer que una o dos veces al año aparezcan cuadros de Pollock durante veinte años seguidos.

Parece ser que los coleccionistas de arte también son fáciles de engatusar, me parece divertido ver cómo se gastan millones de dólares por tener un Rothko en el salón de su casa.

Ese mundo, a pesar de que aparentemente pueda relacionarse con el del arte, no tiene nada que ver, así como las galerías de arte y las casas de subastas, son mundos paralelos, nunca se tocan.

Se mezcla el arte con el dinero y no es saludable.

Tal vez lo sea para el dinero pero puede perjudicar al arte y a la sensibilidad que conlleva.

Yo nunca he sabido hacerlo ni tampoco he hecho nada por aprender, no obstante es obvio que se puede, es una técnica, por eso Jeff Koons lo hace tan bien, no tengo nada contra él sino todo lo contrario, creo que es uno de los mejores artistas pop contemporáneos, ha sabido mezclar los dos asuntos.

Cuando era joven trabajó en hablar con las empresas importantes para que participaran en el mundo del arte y aprendió tanto, que es el pintor vivo cuyas obras más caras se venden.

El documental "Made you look" se puede ver en Netflix y se aprende un poco sobre esa época tan interesante del arte en Nueva York y sobre la ingenuidad de los americanos, es muy entretenido.

Recuerdo que un amigo me dijo hace tiempo que había visto una copia de un cuadro mío de carpas de Ondarreta o de sillas de Brighton, no lo recuerdo, en el escaparate de una tienda de Bilbao que vendía marcos, que estaba cerca de la plaza de Moyua, no me lo podía creer, me dijo que se notaba que era copia pero que estaba muy bien, que era la pieza más importante del escaparate.

Inmediatamente llamé por teléfono, me di a conocer y me dijeron que hablarían con el autor.

Al cabo de cinco minutos me llamó el autor del cuadro, se disculpó, me dijo que se lo llevaba, se volvió a disculpar con mucho énfasis y ahí se acaba la historia.

Me hubiera gustado verlo porque así como el dibujo es fácil de copiar, la técnica que yo utilizaba para pintar no lo es tanto, me la inventé yo misma, mezclaba óleo con barniz de retoques que es mate y así conseguía hacer planos muy lisos que son justo mi estilo.








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