martes, 14 de mayo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS SETENTA









Leo un texto de Vila Matas en el que llama carcamales a los que censuran que se insista en un tema y me complace recrearme en lo que cuenta, porque yo soy tan perseverante en lo que me interesa, que ni siquiera ando por ahí buscando algo nuevo.
Y reitera en que Cezanne pintó ochenta veces la montaña de Sainte Victoire y me recuerda a mí cuando cada vez que tengo un ratito, independiente del clima o de la hora me voy al mirador de Atxekolandeta en Neguri y saco fotos de El Abra.
Es un paisaje que sin ser perfecto me deslumbra a pesar de que se vea la margen izquierda con el infernal espectáculo de Petronor y sus devastadoras chimeneas.
Tal vez porque lo siento muy mío y me obliga a hacer un acto de introspección en el que visualizo momentos importantes de mi vida.
También menciona Vila Matas que una dama le preguntó a John Banville en un coloquio cuándo dejaría de ser tan reiterativo con el tema de la identidad y él respondió: 

Lo dejaré cuando por fin me salga bien.


Eso hacía yo cuando pintaba, machacaba los temas hasta que me consideraba incapaz de sacarles más jugo porque mi estilo estaba basada en ir quitando todo lo que no fuera imprescindible. 
Más tarde me encontré con la frase de Mies van Der Rohe: 

Menos es más.









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