domingo, 12 de mayo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS SESENTA Y NUEVE








He visto una película francesa de una delicadeza extrema.
Se llama “En buenas manos” aunque el título original es “Pupille”.
Me ha tocado fibras sensibles a las que rara vez me acerco.
Se trata de cómo funciona en Francia el servicio de dar hijos en adopción.
En principio el film es bastante coral con cantidad de mujeres que trabajan bien y resultan agradables, aun así sobresalen los protagonistas, Sandrine Kiberlan y Gilles Lellouche, excelentes actores que bordan sus papeles.
La directora también es una mujer, Jeanne Herry, cuyo trabajo desconocía.
Lo que veía me obligaba a escarbar en mi propia experiencia respecto a mis emociones cuando nacieron mis hijos, sobre todo al principio. 

Más tarde, a medida que me he ido metiendo en el engranaje de la película he dejado de lado mi experiencia maternal y he podido disfrutar, que era el propósito que me ha llevado a los Multicines de Bilbao, no más terapias por favor, ya he hecho demasiadas a lo largo de mi vida.





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