sábado, 4 de mayo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS SESENTA Y DOS








Mi sobrina nieta Marta Viar Basterra que es arquitecta, ha abierto una pizzería en Romo, municipio de Getxo.
Se llama Kai Kai que significa Comida Comida en idioma polinesio.
Ayer pasé por allí y me encantó ver la facilidad con la que se puede montar un negocio sencillo, ligero y sin ideas de futuro.
En una esquina de la plaza Ganeta, de repente se ven unas letras de alegres colores sobre una pared blanca y mucha gente que entra y sale con grandes cajas de pizza y otros que se quedan charlando al calor del chiringuito.
La verdad es que a Marta lo que de verdad le gusta es navegar. Empezó siendo muy pequeña en unos barquitos que parecían de juguete y llegó a ser campeona de España.
Estudió arquitectura en San Sebastián y cuando terminó, en vista de que no encontraba trabajo, se compró un barco de vela y se fue a dar la vuelta al mundo con su novio.
Se quedó embarazada y cuando pensó que estaría más cómoda en Bilbao para dar a luz, dejaron el barco en la Polinesia y vinieron a Getxo en donde vive su familia.
Nació Manoa que significa Océano y ahora lo único que quiere es ganar dinero para ir a buscar su barco y seguir el viaje con Manoa como grumete.
Creo que Marta ha salido tan trabajadora como su madre, Blanca Basterra Oraa, ya que mi madre solía comentar:

Blanca es incansable.

En mi familia hay tantas Blancas porque mi abuela materna se llamaba Blanca Maiz Nordhausen y existe la costumbre de repetir los nombres, por lo que a veces para hablar de alguien en particular necesitamos decir dos apellidos.
Prefiero no decir lo que pienso sobre esta costumbre.

Ya lo dicen los que saben más que yo.




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