lunes, 6 de mayo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS SESENTA Y CUATRO









La película “El bailarín”, biografía de Rudolf Nureyev me pareció bastante mejor de lo que las críticas prometían.
Disfruté y aprendí cosas que desconocía por lo que lo que podía haber sido un domingo insípido se convirtió en algo excepcional.
La profundidad de algunos diálogos me llevó a la siguiente frase del pintor Sean Scully:

" por qué las rayas? Porque pueden ser cualquier cosa. Y pueden ser cualquier cosa porque no son nada. Convertir la nada en algo es más interesante que transformar algo en otra cosa “.

Las rayas han sido durante años mi tema predilecto en la pintura, tanto en mi propio trabajo como en el de algunos pintores que lo utilizaban a menudo como Daniel Buren a quien admiro y respeto como mi artista de referencia.
Empecé con las rayas a través de las karpas de la playa de Ondarreta que siempre me habían llamado la atención.
Me producía cierta satisfacción que mis cuadros se reconocieran incluso en Madrid y también que se vendieran como rosquillas, era algo nuevo, pero necesitaba seguir mi andadura creativa por lo que casi sin querer, pasé directamente a pintar rayas y me olvidé de las playas y los toldos.
Organicé una mesa muy grande con varios caballetes, depuré la técnica y me obsesioné con las rayas hasta tal punto, que me volví un poco loca y decidí dejar la pintura y marcharme a Los Ángeles en donde me quedé tres años.










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