miércoles, 18 de octubre de 2017

MIL TREINTA Y DOS








El tema de los abusos sexuales está llegando a un grado tal, que no nos va a quedar más remedio que enseñar a los hombres donde empieza, porque hay una especie de pensamiento generalizado de que solo a una violación completa con penetración, se la considera propasarse.
Y no es así.
El exceso empieza en el momento en que una mujer es tocada sin su pleno consentimiento.
Por ejemplo, un hombre que pone la mano en la cintura de una mujer, es suficiente para que sea abuso.
Desde que ha empezado la declaración mundial, de que todas las mujeres que alguna vez se han sentido acosadas pongan ME TOO en FB, es tan grande la respuesta, que muchas mujeres de todas las edades, estamos dispuestas a contar con toda clase de detalles, la cantidad de veces que nos hemos visto en situaciones incómodas, nos hemos sentido faltadas al respeto, y no hemos sido capaces de   decirlo, porque no era una violación.
Cuando ha habido violación también lo hemos silenciado, por diferentes motivos.
Muchas de las veces, algunas mujeres recuerdan que siendo muy pequeñas había un tío, el hermano de su madre, por ejemplo, que las llevaba a su cama y las acariciaba.
Esto me lo contó ayer tranquilamente una amiga mientras charlábamos sobre el tema, ella casi ni se acordaba.
Y así podríamos seguir hasta el infinito y no pararemos, hasta que consigamos que una mujer pueda sentirse segura en la compañía de hombres.
Yo misma, poco a poco, voy recordando situaciones en las que he sido abusada en lo que podríamos llamar pequeña escala y sin embargo me afectó, porque lo tengo guardado dentro de mí, escondido, cubierto de capas y me cuesta hasta pensar en ello, aunque poco a poco me gustaría contarlo, creo que es una manera saludable de limpiarlo.

Las mujeres hemos puesto el poder en manos de los hombres y ellos no han dudado en aceptarlo, por lo que siendo conscientes de que son imprescindibles para darnos hijos, su arrogancia les ha hecho olvidar que tan necesarios son ellos como nosotras, pero siendo la mujer más amable por naturaleza, ellos han tomado las riendas y han organizado una coreografía en la que siguen siendo como los hombres de las cavernas que arrastraban a las mujeres agarrándolas del pelo.


En definitiva, siguen comportándose como auténticos primates.














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