sábado, 15 de octubre de 2016

SETENTA








Además de escribir, me gusta hacer todo lo que esté relacionado con la creatividad y el arte.
El cambio de ordenador me está ayudando a modernizarme y sobre todo a salir de la zona en la que me encuentro cómoda (todo menos decir “zona de confort”) y trabajo en automático.
Me encuentro con problemas que no sé cómo se resuelven y llamo a Apple y me atienden con tanto encanto y sabiduría que resulta un placer.
Noto gran diferencia entre los españoles y los latinos.
La exquisitez en el trato de éstos últimos, es digna de elogio.
Tendríamos que aprender de ellos.

Pues bien, ayer decidí que ya no podía esperar más tiempo para hacerme la foto de portada del libro, ya que ahora estoy rubia y por consecuencia diferente.
Me maquillé a conciencia y al llegar al ordenador me di cuenta de que la luz había cambiado y ya no servirían las fotos, así que aproveché para jugar y en ese divertimento, realicé un trabajo que me sorprendió y me alegró la tarde.

Aunque las fotos que hice no sirven para el libro, sí sirven para reírse un poco y he publicado una en mi FB.
Cada vez que la miro, me entra la risa.

Ayer leí “Catedral”, un cuento de Raymond Carver recomendado por el profe de escritura para comentarlo en la clase.
Al principio me dejó bastante fría, no obstante me viene a la cabeza y encuentro que, aunque aparentemente no parece nada del otro mundo, tiene un subsuelo interesante.

Por otro lado, estoy leyendo Shangri la, de Sanchez Dragó con el que me lo paso bien y aprendo, aunque no me fío demasiado, porque he comprobado que habla con ligereza y a veces hasta miente.

Al leer mis diarios en la clase me doy cuenta de que no les gusta que hable de mis enfermedades.
Lo entiendo pero no lo comparto.
Probablemente será porque no han tenido problemas de salud.
A mi, sin embargo, me gusta cuando Pániker o Dragó, que son los diaristas que más conozco, hablan de ese tema.
Supongo que está relacionado con la edad.

Hace un día espléndido.
He quedado para comer con mi amiga Rosa que vive en las alturas y de vez en cuando viene a Bilbao.
Me encanta estar con ella.

No hay nada como una amiga íntima con quien poder compartir mis secretos y de paso reírnosdel mundo y de nosotras mismas.






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