domingo, 23 de octubre de 2016

SETENTA Y OCHO








Soy muy estricta con mis prioridades y las respeto como tales.
Si me dejara llevar por las circunstancias y lo que llaman chantaje afectivo, ahora no estaría escribiendo mi diario.

Meditar una hora cada día antes de salir de mi cuarto es la ley.
Solo un asunto concerniente a mi salud que me obligue a madrugar, puede conseguir que transgreda ese paso que es el más importante de mi vida, aparte, claro está, de asuntos que afecten a mis hijos y que sean de suma importancia.

Por lo demás, escribir mi diario después de desayunar era algo a lo que daba bastante importancia, más que nada porque a esa hora del día me encuentro despejada y todavía no han empezado a entrar en mi cabeza las responsabilidades de cada día.
Es un tiempo que considero precioso para concentrarme en lo acontecido a lo largo de las últimas veinticuatro horas y las emociones que me ha provocado.

Tener a todos mis hijos en casa al mismo tiempo es algo que se da muy de vez en cuando, casi como un fenómeno astrológico, una conjunción planetaria extraordinaria, que provoca en mi un amor incondicional.

El centro de atención es la niña, es como el sol que calienta a todos sin tener en cuenta si son buenos o malos, blancos o negros, pirañas o elefantes.



Ya he terminado el libro de Dragó.
He estado entretenida y he aprendido algunas cosas interesantes, lo malo es que no me fío de él, no obstante, me ha inspirado para estudiar asuntos concernientes a la melatonina, hasta tal punto que he empezado a tomar, aconsejada por Mikel Berger, el dueño de la tienda de dietética donde compro los productos macrobióticos, no la melanina, sino lo que ayuda a que mi cuerpo la segregue.



Soy tan feliz por la noche, cuando todo está oscuro y silencioso que tengo la costumbre de dedicar ese tiempo tan valioso en hacer lo que me gusta, sabiendo que nada ni nadie va a interrumpirme y poco a poco he ido alargando ese tiempo de una manera excesiva y ya no me viene el sueño, por lo que gracias a esas pastillas naturales, creo que pronto volveré a tener un horario acorde con la dinámica de la casa que empieza con Beatriz y Jaime que se levantan antes de que amanezca, como cartujos que van a maitines.


Se supone que los berlineses están de vacaciones y me encuentro con ellos a horas tardías, de lo que nos beneficiamos para desayunar los tres juntos.

Tengo la sensación de que el mundo se ha parado a mi alrededor.
Todo lo que necesito lo tengo en casa y me hace feliz, por lo menos de momento.







No hay comentarios:

Publicar un comentario