sábado, 22 de octubre de 2016

SETENTA Y SIETE








Proceso de adaptación al medio.

Me acostumbro a la vida silenciosa e independiente cuando solo estamos Beatriz y yo y de repente, aparecen todo mis hijos y la niña y se forma una especie de fiesta continuada.
Constantes conversaciones a cual más interesante se cruzan, ya sea en el pasillo como en cualquier lugar de la casa, porque lo primero que hacemos cada uno cuando salimos de nuestros cuartos, o llegamos de la calle, es preguntar por la niña.
Nos tiene cautivos.
Creo que a nadie se nos había ocurrido que sin previo aviso, sin ni siquiera haber hablado de ello, pudiera aparecer una mujercita que ha alterado la vida de todos.
Doy por hecho que su padre es el más afectado, pero yo misma, cuya responsabilidad me queda lejos, estoy tan pendiente de ella como si fuera mi propia hija.
Si tose voy corriendo a por el jarabe, si pienso que hace frío le insisto para que se abrigue, si yo tengo sed, pienso que ella también puede querer beber agua y cuando compro la comida pienso en ella como si fuera un ente diferente.


A veces desaparecen todos y se queda la casa tranquila y aprovecho esos momentos para ocuparme de mis asuntos que los tengo algo apartados.

Estas situaciones solo se dan de vez en cuando y pronto se acaban, así que aprovecho cada instante porque sé que son maravillosos.

Me aflora una generosidad de la que yo misma me sorprendo.

Los niños que nacen ahora vienen sabiendo muchas más cosas que los de la generación anterior.
Se acumula el conocimiento, sobre todo si se les deja en libertad.

Mis hijos mayores saben más que yo y el pequeño sabe más que los mayores y la niña que ha venido hace seis años, está preparada para todo.

Desde su más tierna infancia quiso ser autónoma y lo consigue.

Hace tiempo que empecé a estudiar a los niños de la nueva era y creo que puedo distinguirlos.

Lo más importante es tratarles con amor, alegría y respeto.

Yo lo intento, pero también sé que tanto si lo hago bien como si me equivoco, ellos cumplirán la misión que les ha sido encomendada.
Así que yo no tengo que preocuparme de nada, excepto de estar bien y sentir amor.







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