jueves, 13 de octubre de 2016

SESENTA Y OCHO








Cada día espero con impaciencia que llegue la hora de escribir mi diario.
Me pone contenta, me ordena, coloca mis asuntos en su sitio.
Recordar los momentos importantes de ayer y del ayer, es un ejercicio que requiere atención.
Mi cabeza es muy loca y si no la contengo, puede traer al primer plano algo que viene disfrazado de colores divertidos y lo prioriza.
A mi, sin embargo, que soy la jefa del berenjenal, me toca el trabajo de permanecer serena, mirar lo que hay detrás y dar importancia a lo que la tiene.

Ayer era fiesta y no salí de casa en todo el día.
Necesitaba relajarme y organizar mis ideas.
Con el nuevo ordenador, necesito tener la cabeza clara desde el principio.
Así que poco a poco, voy organizando los temas, intentando simplificar mi vida.

¿Más todavía? 

Podría preguntarme cualquiera que entre en mi vida y en mi casa.

Si, lo que ves no es nada, quiero llegar al vacío.

Ya sé que hay puntos en los que no es posible tener lo que solo yo necesitaría, porque cuando vienen mis hijos aunque no son exigentes, necesitan camas, sábanas, platos, cubiertos y todas esas cosas que compro tranquilamente en Ikea cuando hace falta.
Mi mentalidad es tan sencilla como la de los suecos.
La madre de mi nieta es sueca y ella detesta todos los diseños suecos, incluido Ikea, ya que es lo que ha visto desde pequeña.
Ella da importancia a una silla del siglo XIX que le regaló su abuela.
Sin duda le habría gustado la casa que yo puse cuando me casé, decorada con telas y muebles de Gastón y Daniela.

A través de las decoraciones de mis casas y la anti decoración de mi casa actual, a la que considero un taller para vivir, se puede hacer un estudio de mi evolución, no solo estética sino personal también.

Cuando murió mi madre, que vivía en una casa grande llena de muebles y adornos imposibles, yo dije que no quería nada excepto mis cuadros, ya que a lo largo de la vida, entre los que le regalé y los que ella compraba en mis exposiciones, recuperé algunos que para mi tenían cierto valor.

Dentro de unos días tendré a todos mis hijos y mi nieta en casa y me gustaría deshacerme de cosas que no sirven, para que haya más espacio, no sé si seré capaz pero tengo intención de empezar.
Lo difícil de hacer algo que me produce escalofríos solo el pensamiento, es empezar.

Una vez pasados los primeros obstáculos, veo las bolsas de basura repletas y siento un alivio que compensa con creces el esfuerzo realizado.









No hay comentarios:

Publicar un comentario