lunes, 2 de diciembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS OCHENTA Y UNO








Jamás pensé que en algún momento de mi vida me sentiría identificada con Gregorio Samsa, protagonista de uno de los libros que más me ha impresionado en mi vida, La metamorfosis de Kafka, cuyo título original Die Verwandlung significa La transformación.
No quiero acordarme demasiado porque me duele, pero reconozco que cuando pienso en las cinco semanas que pasé aislada en el hospital de Cruces con mi cuerpo llena de manchas, tratando de asimilar lo que me estaba pasando, algo en mí me lleva a esa terrible historia que me llenó de espanto.
No sé por qué me viene eso a la cabeza, justo ahora que he superado lo peor del tratamiento y que lo llevo con cierta alegría, consciente de que cada día que pasa estoy más cerca de la curación definitiva.
Además me voy acercando a la persona en la que me reconozco y eso hace que me sienta bien.



PD: Lo que he escrito hoy en mi diario puede resultar negativo pero lo he sacado de mi cabeza y me he quedado tranquila. 
A veces es necesario soltar lo que anda rondando por ahí.







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