sábado, 18 de septiembre de 2021

CUATRO MIL TRESCIENTOS NOVENTA Y CINCO

 



Cada día tengo más claro que si quiero ser feliz tengo que cambiar, es ridículo pretender que cambien los demás y casi patético esperar que sus gustos se parezcan a los míos.

¿Cómo voy a conseguir que las personas con las que me comunico en las redes sociales, dejan de usar emoticones, emojis y steackers cuando es más que obvio que a todos les encantan?

Les gusta comunicarse a través de símbolos, casi siempre los mismos repetidos hasta el infinito y a mí me gustan las palabras bien escritas y a poder ser diferentes y si no entiendo el significado, mejor todavía, me voy a la Rae y me lo explica brevemente, no obstante si quiero saber los detalles, indago un poco más y los encuentro.

Ya sé que soy maniática en bastantes asuntos y sobre todo en lo referente al, castellano que es mi lengua materna y en la que mejor me manejo, aún así disto mucho de estar a una altura convincente.

Debido a que mi ambición es ilimitada y mi tiempo breve, he tenido que elegir entre ampliar mi vocabulario o perfeccionar el que tengo y he optado por lo segundo, me parece más práctico.

En esa búsqueda sin freno en la que me hallo, he comprobado que la mayoría de las palabras que me resultan novedosas provienen del inglés y como el inglés es el idioma que se utiliza en las redes sociales también hago mi pequeño esfuerzo para ponerme al día en la lengua de Shakespeare, no tanto en el francés que tanto me complace, debido a que aunque es más poético resulta menos práctico.







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