viernes, 4 de noviembre de 2016

NOVENTA







Si pongo la calefacción me aso y si la quito tengo frío.
Soy un cúmulo de contradicciones.

Me gustaría ser más equilibrada.

Ayer hice un esfuerzo brutal para ir a la clase de natación movida por la esperanza de haber mejorado mi apnea y sin embargo, estuve menos tiempo que el jueves pasado: 42 segundos.

Cada día es diferente, cada minuto es distinto y no me queda más remedio que aceptar los cambios.
Aceptar es el gran secreto.
Por eso yo creo que hay que estar fuerte mental y físicamente.

La transición del verano al otoño me cuesta.

No sé si a todo el mundo le pasará lo mismo pero yo, cuando me encuentro fuerte estoy de mejor humor.
Si tengo catarro o me enfrío, me cuesta trabajar y hacer cosas.

Cuando no hago nada fructífero, me consuelo pensando en que ya tengo una edad en la que me puedo permitir mirar a las musarañas.
No me explico por qué tengo tanto afán en aprovechar el tiempo, cuando he pasado años perdiéndolo deliberadamente y sin ningún complejo ni culpabilidad.



Cuando estuve muy enferma me trataba una doctora naturista.
Tomaba millones de pastillas tan naturales que no me hacían nada.
Tenía unos dolores espantosos, no dormía, me dolía todo el cuerpo, cada día estaba peor.
Llegué a pensar que si muriera me quitaría un peso de encima.
Perdí el sentido del gusto, el del tacto y el olfato.
Las sábanas me parecían de estropajo. 
No sabía si tenía frío o calor, a veces tenía escalofríos y calor al mismo tiempo.
Si por casualidad dormía un ratito, me despertaba en la mitad de la noche con las sábanas mojadas y no me quedaba más remedio que cambiarlas, con la pierna rota y andando con muletas.
Pasé una época espantosa, parecía que era el cuento de nunca acabar.
Una operación tras otra y no mejoraba.
No obstante aguanté ese infierno confiando en la doctora, hasta que llegó un momento en que di un puñetazo en la mesa y dije: ¡Basta ya!
Y me puse en manos de un doctor alopático que es una eminencia y tiene la consulta en Madrid.
Enseguida descubrió lo que tenía y me recetó miles de pastillas con química y en dos meses empecé a mejorar y gracias a él cada día me encuentro mejor.

He perdido la costumbre de no encontrarme bien.

Me he acostumbrado a disfrutar de la vida al precio que sea.






No hay comentarios:

Publicar un comentario