martes, 29 de noviembre de 2016

CIENTO ONCE







Si algo detesto en este mundo son las banderas, porque separan y alimentan la distancia entre los seres humanos.
Solo me interesa la bandera blanca, que simboliza la paz.
¿Por qué nos cuesta tanto darnos cuenta de que todos estamos en el mismo barco?


Hace años, cuando conocí a Pizca, ella repetía que todos somos iguales y yo no lo entendía,
hasta que me lo explicó de tal manera, que lo comprendí con claridad y nunca lo he olvidado.
Me dijo que éramos como la miga de pan, que antes de meterla en el horno, todos los pedacitos son iguales y al sacarlos cada uno tiene una forma diferente, unos están más tostados y otros más abultados, mas en definitiva, están hechos de lo mismo.

Lo mismo sucede con los seres humanos.
Todos tenemos un corazón que siente y padece, nadie es de piedra aunque algunos intenten parecerlo.


Mentiría si dijera que no tengo preferencias, al contrario, tengo muchas y muy marcadas, elijo a las personas con quien tengo afinidad y con las que me gusta conversar y compartir mis asuntos, no obstante he conocido a mucha gente de distintos lugares del planeta y he comprobado que a todos sin excepción, nos gusta que nos traten con amor.






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