jueves, 17 de noviembre de 2016

CIENTO DOS








Escribir todos los días es un compromiso que he hecho conmigo misma.
Por lo menos, siempre que esté en mi casa y tenga un ordenador que funcione.
No es una excusa, sino que he comprobado que si estoy fuera no me inspiro.
¿Capricho, disculpa?
Tal vez, pero tampoco es cuestión de hacerlo a disgusto.
Creo firmemente que los asuntos relacionados con la creatividad, deben surgir de la alegría.
Ya sé que en la historia del arte ha habido grandes artistas que solo eran capaces de crear en la desgracia, no obstante en condiciones normales, ese no es mi caso.


Mañana tengo que ir a Madrid para ver al doctor y salir de casa casi siempre me cuesta.
Hacer la maleta, por pequeña que sea, me resulta difícil.

Y todo lo que supone el viaje.
Reconozco que luego disfruto y a veces, hasta me he quedado más tiempo del que tenía pensado.

La vez que más me salí de lo programado fue hace años cuando fui a Los Ángeles para pasar siete semanas y me quedé tres años.
Fui con mi hijo el pequeño y cuando llegó la hora de volver a casa, yo me di cuenta de que era demasiado feliz como para marcharme.
Mi hijo, sin embargo decidió volver.


Me alquilé una “mobile home" a la que los latinos llaman “traila”, que estaba aparcada en el jardín de los propietarios,
Tenía playa privada y era tan grande y confortable como un apartamento.
Me dedicaba al voluntariado y cuando se terminó lo que tenía entre manos, me di cuanta de que por mucho que me gustara Malibu y tener una vida más o menos organizada, el propósito se había terminado.



También he cambiado varias veces el billete estando en India, solo con intención de quedarme un par de semanas, más que nada por la sensación de paz que siento cuando estoy allí.


En Madrid he cambiado el billete en algunas ocasiones mas no para quedarme, sino para volver antes de lo previsto.
Me gusta Madrid pero no me llama tanto la atención como para seguir más tiempo del necesario.

Con la visita al doctor y una vuelta por el Reina, me quedo satisfecha.
Tengo suerte porque está exponiendo Txomin Badiola, artista bilbaíno al que he seguido desde hace años y me parece interesante.

También tengo intención de ver la expo de Marcel Broodhaers, artista belga influenciado por Mallarmé, cuya obra me parece fascinante y nunca la he visto en la realidad.


Hay una gran diferencia entre estudiar la obra de un artista en los libros o en internet, que verla al natural.






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