jueves, 19 de octubre de 2023

CINCO MIL VEINTIOCHO

 




He tenido que colgar el teléfono a Pizca porque se empeña en contarme rollos, siempre los mismos y además están relacionados con el "voy a" algo que detesto y que se lo he hecho saber mil veces.

Ni siquiera me apetece hablar, me cuesta forzar la voz y más con una persona que está sorda, lo siento.

Pienso que veo en Pizca mi futuro porque tiene 86 años y yo 77, de momento ella tiene unas piernas espléndidas mientras que la mía derecha tiene la rodilla muy floja, por lo que cada paso que doy me cuesta, ya que no me queda más remedio que llevar la muleta en la mano derecha lo cual conduce al desequilibrio.

El problema de Pizca es que además de sorda está ciega, lo que le impide hacer muchas cosas, no se queja mucho y es íntima amiga mía pero se repite, pone su disco rayado una y otra vez y me aburro como un hongo, se lo digo, no obstante ella sigue y sigue hasta que yo me harto y le cuelgo el telefunken e intento tranquilizarme.

Por lo demás todo está en su sitio, me arreglo solita.

Parece que hay mucha gente que empieza a darse cuenta de que Israel está forzando a los palestinos, hacen manifestaciones aunque estén prohibidas por lo menos en Francia y en Berlín.

Siempre he sido pro Palestina, defiendo al más débil.

En mi familia son pro Israel y pretenden convencerme, yo tengo que aclarar que estoy en contra de Hamás, también dicen que es una maravilla lo que España ha hecho con Latinoamérica, a mi me parece tremendo la cantidad de robos y salvajadas que cuenta la historia, de hecho me da vergüenza cuando los latinoamericanos elogian a España como la madre patria, están engañados.

Todo es cultural, en cuanto estudias un poco y te sales de la Iglesia católica y profundizas en otras ideologías te das cuenta de que te han engañado.

Hasta muy tarde viví pendiente de no hacer pecados mortales, gracias que amplié mi mundo cultural cuando estudié Bellas Artes y se me abrió la percepción, también cuando me hice amiga de Cala Ampuero, con ella aprendí muchísimo, de hecho llegó un día en el que me dijo:

Ya no tengo nada que enseñarte (sic)






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