miércoles, 28 de junio de 2017

TRESCIENTOS TRECE






Mis conversaciones con Tadea empiezan a formar parte de mi vida.
Conozco tanto a esas niñas que ya no lo son tanto y a su amorosa y sabia madre que, sabiendo de donde vienen, no puedo menos que estar ahí, aunque solo sea para que sepan que me tienen.
Todo lo que está pasando se sale de lo que yo conozco, ya que soy la primera que he tenido que recurrir al doctor Álvarez de Mon, alopàtico por excelencia, para que pudiera empezar por hacerme  un diagnóstico correcto, ya que para entonces yo me había tratado con la medicina alopática de la SS, incluido el urólogo, macrobiótica, ortomolecular, naturista, homeopática, biodescodificación y fue cuando ya estaba desesperada y encontrándome peor que nunca, cuando acudí a Madrid, desesperada, pidiendo sopitas.

No tengo nada en contra de lo que llaman medicinas alternativas, de hecho en India me han curado estupendamente con el Ayurveda, una de las medicinas más antiguas que se conocen, donde ya estaba pensando en recurrir cuando conocí al doctor de Madrid.
En EEUU la medicina china me hizo mucho bien.

Lo que tengo claro es que todas esas alternativas que yo he probado son estupendas para prevenir, pero una vez hecho el daño físico, no queda más remedio que acudir a la química.
Esta es mi experiencia.

Por lo menos estoy intentando que Gabriela hable con las personas que creo pueden entenderla y aconsejarla con sentido común.

Mientras tanto, yo sigo sacando el cansancio de mi cuerpo a costa de mucha cama, umebosi, sopas de miso y similares.

La mejor manera de aprovechar mis vacaciones.

Mi viaje ha sido tan reconfortante y he aprendido tanto, que necesito todo mi tiempo para ir asimilando todo lo que aprendí y ponerlo en práctica, conseguir que forme parte de mi vida cotidiana.














No hay comentarios:

Publicar un comentario