domingo, 11 de junio de 2017

TRESCIENTOS SEIS







He leído múltiples artículos sobre Juan Goitysolo y el que más me ha interesado, es el que ha publicado El País, donde cuenta la verdadera miseria de sus últimos años.
¡Qué difícil es que una persona que no se doblega ante lo políticamente correcto, sea reconocida a pesar de tener un talento extraordinario y esté más preparado que los que marcan las pautas del país!
Aceptó el Cervantes porque necesitaba dinero y no me ha gustado frase:

 “Nunca cometió la vileza de decir que aceptó el premio por dinero”.

Me niego a admitir que aceptar un premio por dinero sea una vileza.
El dinero es necesario para vivir y la carencia puede hacernos desgraciados.
¿De qué presumimos a estas alturas de la vida?
Creo que no somos humildes y sin embargo es lo que más falta nos hace.
Yo he sido soberbia desde pequeña y a pesar de que me corregían y educaban lo mejor que sabían y podían, no recuerdo que me ayudaran a ser humilde, sino todo lo contrario.
Gracias a mis propias pesquisas, he ido dándome cuenta de lo ridículo que resultan la arrogancia y el orgullo, en definitiva, todo lo que alimenta el ego.
La vida me ha enseñado que hay otros asignaturas que me hacen más feliz y son bastante más simples.
Solo el hecho de estar viva, respirar, tener un techo, comer, dormir, tantas cosas bonitas que hay a mi alrededor, sin necesidad de presumir de nada.
¿De qué puedo presumir, si por mucho que lo intente, el tiempo pasa y me destruye?


Bueno, paro de filosofar, prefiero ocuparme de lo que voy a hacer con Odita, ya que es el último día.
Me gustaría dar una vuelta por el campo, a ella le gustan los árboles y la naturaleza y a mi también.
Mañana por la mañana temprano la llevaré al aeropuerto de Calatrava y aunque Lisa me ha prometido que vendrán en verano, también me ha dicho que busque una casita o un apartamento por aquí cerca, para que puedan tener privacidad.
Lo entiendo perfectamente.
Esta casa es muy pequeña y cada vez vivimos más personas.
Es distinto cuando viene Mattin o la niña solos, pero cuando vienen los tres, se trata de una familia y comprendo que necesiten intimidad.
Al principio, cuando la niña era pequeña les dejaba mi cuarto que tiene cuarto de baño dentro y así estaban más independientes, pero hoy en día no me siento con fuerzas para ser tan generosa.
Mi pequeño apartamento es donde encuentro mis momentos de felicidad que no deseo perder.
Soy mayor y me lo merezco.
Y si no, da igual porque no tengo intención de dejar mi cuarto a nadie.











No hay comentarios:

Publicar un comentario