domingo, 3 de diciembre de 2023

CINCO MIL SESENTA Y SEÍS

 





Junto con agosto, la época de navidad es la que menos me gusta del año y por si fuera poco, se me ha ocurrido hacer una especie de balance del año veintitrés que ha sido más bien horroroso desde el punto de vista de la salud, así que he decidido dejarlo para otro día.

Va todo tan deprisa que ya no hay obligaciones, por lo que me alegro.

Antes, tenía costumbres familiares a las que me sentía obligada de atender, pero eso ha pasado a la historia, ya no tengo ninguna clase de obligaciones excepto la de cuidarme y encontrarme lo mejor posible.

Todo empezó cuando estando casada me di cuenta de que tenía doble navidad, tal vez hasta entonces no me había dado cuenta de lo que significaba la navidad porque estando interna en Madrid, me hacía ilusión tener vacaciones y poder ir a casa pero eso duró poco, a los veinte años ya estaba casada, mis rutinas habían cambiado y de paso casi todo en mi vida.

Para empezar, en dos años tuve tres hijos que me pillaron de sorpresa, me parecía tremendo no poder salir de casa y todo lo que conlleva criar hijos, no me lo podía creer y tener dos familias me parecía excesivo por lo que recuerdo que me solía poner enferma el día se nochebuena.

No quiero seguir hablando de estas cosas, bastante esfuerzo he tenido que hacer para no recordar todos los horrores que me han pasado en este año que pronto termina.

Espero y deseo que todo empiece de nuevo y mucho mejor el año que viene.






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