miércoles, 13 de octubre de 2021

CUATRO MIL CUATROCIENTOS DIEZ Y SEIS

 




Estoy viendo una serie relacionada con la informática que me está pareciendo muy interesante.

Está basada en hechos reales, se llama "El código que valía millones" sucede en Berlín y aunque el color no es atractivo, merece la pena.

Personalmente me recuerda a cómo me sentí yo en Bilbao en el año noventa y seis después de haber vivido tres años en Los Ángeles, me pareció que la vida había retrocedido y eso que yo no era una informática sabelotodo, sino más bien lo contrario, no lo era y sigo sin serlo, mi formación lápiz y papel no se destruye fácilmente.

Cuando llegué a California en el año noventa y tres, nunca había cogido un ratón, lo único que sabía de la importancia de internet es que me habían contado que podía mandar fotos de mis cuadros en tiempo real y eso me había cautivado.

Me matriculé en la Pepperdine University para mejorar mi inglés que era y sigue siendo pobre y solamente por el hecho de estar matriculada tenía derecho a usar un ordenador Apple y asistir a clase de informática lo que para mí resultaba algo de otro planeta, pero mis ganas de aprender eran tan potentes que compensaban mi falta de desarrollo cerebral.

Además contraté una profesora privada que intentaba enseñarme a pesar de que no le resultaba fácil porque, a pesar de que tanto ella como yo poníamos todo el interés, mi estado era más que deficiente.

Durante los tres años que pasé en Malibu haciendo muchas cosas además de asistir a la universidad, no solo aprendí a manejar un ordenador sino que hasta encargué una web que ha estado funcionando hasta hace unos días en la que he podido presentar lo obra que hice mientras estaba allí, pero hace unos días he comprobado que me la han quitado sin previo aviso, por lo que no tengo ni siquiera las fotos de las piezas que hice durante mi estancia en California, se quedaron allí, se llamaba Stapling porque utilizaba grapas para pegar cartulinas de colores.

Tenía un marchante que me organizó varias exposiciones y es cuando empecé a tener constancia de la importancia de internet.

Al llegar a Bilbao lo primero que hice fue comprarme un iMac original G3, aquellos que tenían como un bulto redondo por detrás y apuntarme a una escuela de informática para aprender a hacer mi propia web.

Todo lo que hice me costó mucho porque en Bilbao no había cultura de internet ni de web ni de mails.

A medida que voy viendo la serie me siento más identificada con los protagonistas aunque ellos estaban en una galaxia informática de verdad, mientras que yo sigo teniendo muchas dificultades para todo lo relacionado con este tema que tanto me interesa.





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