sábado, 7 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SESENTA

 




He estado casi un mes viendo cómo el nuevo ordenador estaba en su caja, esperando que lo sacara pero era incapaz, no me sentía con fuerza, hasta ayer que como tuve clase con Oscar Ciencia, el profesor de informática, no me quedó más remedio que pedirle a Jaime que me los pusiera en la mesa al lado del que estoy usando todavía, pesa muchísimo, yo sola no hubiera podido.
Gracias a ese primer paso que di sin saber cuando daría el segundo, que consistía en llamar al soporte técnico de Apple y hacer una gestión aparentemente difícil, he dormido tranquila.
En estos momentos de mi vida no me exijo demasiado, tengo motivos más que suficientes para tomarme la vida con calma y no me siento culpable si no tengo mis asuntos al día excepto las deudas, detesto deber dinero, me gusta tener ordenadas mis finanzas y eso resulta fácil con el Bizum.
Me he levantado con alegría y he hecho el supremo esfuerzo de llamar al soporte técnico de Apple y con la ayuda de un encantadora chica vasca de Mongragón que vive en Barcelona,  he conseguido pasar todo lo que tenía en mi ordenador antiguo al nuevo. 
No guardo nada en un disco duro ante el horror de Mattin, está todo en la nube, tuve malas experiencias con los discos duros, los detesto.
Ya solo me falta la segunda parte que consiste en venderlo.
Se lo comenté al profesor que me vendió con facilidad el anterior y me dijo que había salido sin esfuerzo en el momento oportuno, lo malo de Oscar es que no pone demasiado interés en ganar dinero, él es una de las pocas personas que es experto en Apple, cada vez hay más gente interesada en esa marca y todos acuden a él, creo que no es ambicioso.
Lo primero que necesito es saber en qué precio puedo vender el mío que es del año 2016, podría poner un anuncio en Wallapop como hace Jaime con sus tablas de surf, se las quitan de las manos, pero prefiero que me lo venda Oscar y darle una buena comisión.
Estas cosas van despacio, toman su tiempo y yo me lo tomo con calma porque no soy buena vendedora.
Hace tiempo, charlando con Félix Vergara, dueño de La Concordia, famosa cestearía de Bilbao que estaba en Colón de Larreátegui, me comentó que para las personas que solo nos hemos dedicado a comprar toda nuestra vida, es muy difícil vender.
Tenía razón, de hecho yo siempre echo en falta que en la carrera de Bellas Artes, nunca hablaron de cómo se venden los cuadros, por lo que la mayoría de las artistas de mi promoción nos hemos dedicado a la enseñanza además de hacer exposiciones.








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