domingo, 15 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SESENTA Y OCHO

 




He visto los dos últimos capítulos de Patria y tengo la sensación de haber terminado algo que tenía pendiente.
No me estaba gustando ni estaba disfrutando, ni siquiera sabía por qué la veía, no obstante me sentía como obligada.
A mi hijo Jaime le ha parecido una obra maestra, a Mattin le interesó y a mí me ha producido desasosiego, además de recordar que en aquellos tiempos tan confusos y tristes, mi madre llegó a comentar una frase que me impresionó y se me quedó grabada, casi me escandalicé:

Me doy asco de ser vasca (sic)

Yo no llegué a tanto pero el ver la serie he pensado que los vascos parecíamos idiotas, hablando con los muertos en el cementerio, pidiendo milagros a Ignacio de Loyola, tergiversando las ideas y más cosas que no me apetece recordar, porque aunque algunas han cambiado, otras están igual o peor.
Además todo el tiempo lloviendo, como si en el país de los vascos no existiera el sol ¡qué disparate!
Ahora que se ha terminado la serie puedo volver a mis películas que me entretienen y me dejan tranquila. 
Tal vez algún día descubra el motivo que me ha impulsado a verla, sin embargo cuando empecé el libro en seguida me di cuenta de que ni me gustaba, ni me interesaba, ni me parecía bien escrito, lo dejé muy pronto sin sentirme culpable.

Me da envidia Pilar Serrano que ni leyó el libro porque solo el título no le gustó, ni ha visto la serie porque terminó hastiada (sic) .
Lo mismo digo pero me la he tragada enterita y sin patatas fritas.







No hay comentarios:

Publicar un comentario