viernes, 29 de enero de 2016

Capítulo 43_Gari cambia de vida.














Gari se encontraba a sus anchas en Bilbao.
Andaba despistado, pero eso, para él, era un juego menor.
Le gustaba que nadie supiese quien era y ser nuevo en un lugar tiene alicientes, tanto para los que siempre han vivido allí, como para los forasteros que piensan quedarse.
A través de FB se puso en contacto con Camino Biderbost, que le invitó a un concierto en Le Larraskito, donde iba a actuar en un evento ruidista.
Dado que no conocía nada sobre el ruidismo y menos todavía sobre el mundo underground de Blbao, aceptó encantado.
Llegó a las 9 en punto, vestido de manera casual.
Tenía la intención de pasar desapercibido.
Había poco gente y Camino le hizo un saludo breve, ya que tocaba la primera y además ella sola.
Todavía estaba haciendo las pruebas de sonido.
Apagaron las luces y solo una linterna iluminaba el movimiento del brazo de la artista, al tocar las cuerdas de la guitarra.
En un absoluto sigilo se oyeron unos sonidos breves. a los que seguía un silencio prolongado.
Algo muy sutil.
Poco a poco se concentró una especie de halo metafísico, que envolvió a los que allí estaban en una frecuencia superior.
A los diez minutos, Camino Biderbost paró.
Se encendieron las luces y los aplausos estallaron con una fuerza extraordinaria.
La gente se acercaba a Camino para felicitarla, aunque enseguida anunciaron al siguiente. 
Camino se acercó a Gari, le dio un beso y se quedó con él.
Los demás conciertos fueron más ruidosos y menos interesantes para Gari.
Aún así aguantó hasta el final, porque quería conocer a Camino y descubrir sus mundos.
Terminado el recital, uno de las organizadores les invitó a cenar una excelente lasaña que él mismo había cocinado.
Fue un plan que se salía de lo habitual y a Gari le gustó.
La intención de Gari hubiera sido tomar una copa con Camino después del concierto y charlar con ella tranquilamente, pero no se terciaron las cosas como él había previsto, porque un empresario a quien Camino le hizo buen efecto, quiso contratarla para dar algunos conciertos en la zona valenciana, por lo que Camino se despidió de Gari, diciéndole que ante los contratos de trabajo, la diversión pasa a segundo lugar.
Quedaron en verse en algún momento.
Gari no solo lo entendió, sino que comprendió que Camino Biderbost era una mujer centrada en si misma, lo que en cierto modo, acentuaba su atractivo.
A volver andando hacia su casa desde Le Larraskito que está en Rekalde, un barrio alejado del centro, Gari tuvo tiempo para recapacitar sobre la línea que estaba tomando su vida y pensó que se sentía más seguro en la compañía de Carlota y Mónica, a pesar de que su relación con Mónica barruntaba conflicto.
El mundo de los músicos y artistas bilbaínos, no era el suyo.
Gari tenía una natural tendencia a pensar que todo en su vida podía mejorarse.
Había tenido sus experiencias con la poítica y con los paraísos artificiales y aprendió que no hay nada como una vida ordenada y las endorfinas que produce el deporte.

Al día siguiente, se levantó con la idea de ponerse el traje de neopreno y aunque la temperatura del agua no era óptima, se hizo el fuerte y no solo disfrutó muchísimo, sino que volvió a su casa sintiéndose el hombre más feliz del mundo. 
Al atardecer, se dejó caer en Concepto, donde encontró a Mónica y Carlota preparándose para hacer una cena tempranera, ya que Alonso estaba en Madrid y Mónica tenía ganas de salir.
Inmediatamente incorporaron a Gari a quien le impusieron la tarea de decidir el restaurante.
Gari se llevó la mano a la cabeza, pasándola por un mechón del pelo y exclamó:

¡Eureka! He tenido una idea sensacional.
¿que os parece que vayamos al Bola Viga para tomar el mejor bacalao al pil pil de Bilbao?

¡que buena idea!

Reconocieron las dos chicas al unísono.

Hace mil años que no vamos y es estupendo.
Llamo ahora mismo para reservar.

Dijo Mónica sacando su celular sin pensarlo.
Hizo la gestión y ya solo les quedaba decidir si ir en coche o andando.
Pensaron que la plaza de toros está lejos para ir paseando, así que se metieron en el Toyota de Mónica quien cedió el volante a Gari, porque sabía que le gusta conducir.
El Bola Viga es una taberna aparentemente rancia, pero hay que reconocer que todo lo que tienen es estupendo y cuando se prueba su bacalao al pil pil, todos los demás desmerecen.
Comer bien en una tasca tiene un poder especial que no tienen los restaurantes de diseño y es que pone de buen humor a la gente.
Es un hecho comprobado.
Gari contó sus últimas experiencias en el Bilbao de las artes.
Mónica le escuchaba con los cinco sentidos, deseando saber en qué estado se encontraban los sentimientos de Gari respecto a Camino Biderbost, de quien ya la había hablado Carlota.

Grande fue el suspiro que no supo contener, cuando Gari dijo que ese mundo no era el suyo.
No estaba en esa onda.
Prefería estar con deportistas.
Reconocía que había estado a gusto con Camino, pero se sentía alejado de los ambientes que ella frecuentaba.
Por otro lado, no tenía ganas de salir de noche y todo lo que eso lleva consigo.
Gari no fumaba y solo bebía vino en las comidas.
Todas las veces que se había metido en ese tipo de vida, había experimentado que es incompatible con el surf, que es su tabla de salvación.
Se creó un ambiente cálido entre los tres y Carlota y Gari recordaron que hace años, antes de que Gari se fuera a Francia, solían ir a Mari la Cochina, en Uribitarte.
Aquello sí que era una taberna con carisma.
Se llamaba así en honor a la dueña.
Contaban que una noche su marido muy borracho tuvo una enorme bronca con ella y le dijo que se iba de su lado para siempre, salió corriendo e intentó cruzar la ría a nado.
Nadie le vio llegar al otro lado y al día siguiente apareció su cadáver en las rocas de la Galea.

Tras una velada inesperada y no por ello menos deliciosa, cada uno se fue a su casa con esa entrañable sensación que produce la compañía de los amigos.

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