Estaba tranquila delante del ordenador, editando las fotos que he sacado hoy por la mañana en Bilbao y he recibido una llamada de un número desconocido; no solo no suelo coger esas llamadas sino que incluso las bloqueo porque estoy harta de que me llamen de Vodafone o de otras compañías para ofrecerme sus servicios, pero como soy muy bruja he tenido la intuición de que podía ser interesante y he estado muy acertada porque ha sido el doctor Aguirre, que es con quien tuve la consulta el lunes pasado, que además es el patólogo que ha estudiado el trocito de encía inflamada que la cirujana cortó.
Me ha dado la gran noticia de que lo que ha encontrado no tiene nada de maligno y lo único que requiere es una cirugía para extirparlo, además no tiene nada que ver con la hematología por lo que en Cruces, donde tengo una cita el jueves con el hematólogo, me derivarán a donde sea menester.
Así que aquí estoy más que contenta, porque justo cuando he recibido esa llamada estaba pensando en que nunca había apreciado la vida como esta semana de incertidumbre, en la que lo único que tenía asegurado era cada minuto que vivía, creo que han sido los días más intensos de toda mi vida.
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