miércoles, 22 de septiembre de 2021

CUATRO MIL TRESCIENTOS NOVENTA Y OCHO

 




Hasta tal punto estoy satisfecha de haberme comprometido a no escribir sobre mis hijos que tengo la sensación de que tampoco debo hablar de ellos para lo cual, lo más conveniente es no pensar, porque los pensamientos tienen mucha fuerza y si no son solo de amor, pueden convertirse en críticas y juicios y eso es lo peor que existe, es meterme cizaña en mi propia cabeza y yo solo deseo tenerla limpia y a poder ser iluminada.

Quitando ese tema tan importante de mi vida cotidiana me voy centrando en mis intereses personales que están enfocados en el conocimiento de mí misma, el conocimiento del ser.

Una vez, hace tiempo, en un grupo terapéutico me preguntaron a ver quién era yo, me quedé un poco perpleja durante unos segundos e inmediatamente recordé un cuento con el que me había sentido identificada.

Se trataba de un bosque en el que a ras del suelo se encontraba un pajarito que había caído en el barro y estaba sucio, con las plumas pegadas, mojado, incómodo, sin ganas de cantar, casi no podía levantar la cabeza pero cuando conseguía hacerlo veía en lo alto del árbol un hermoso pájaro de preciosos colores cantando con alegría.

Nuestro pobre y miserable pajarito se sentía desdichado y pensaba:

Me gustaría se como ese pájaro pero ¿cómo voy a llegar hasta ahí arriba si ni siquiera puedo volar?

Empezó a intentarlo y consiguió dar un saltito, se encontraba bien encima de una ramita que casi no le sostenía, se limpió un poco como pudo, le dio el sol que le secó el agua y le limpió el barro y de otro salto llegó a una rama más alta, desde la que veía con más claridad al pájaro que cantaba en lo alto del árbol.

Tanto le inspiraba ver aquel pájaro encantado que hizo un gran esfuerzo y de un salto subió a una rama más alta.

Así pasó el tiempo y cada día conseguía subir un poco, a veces se caía y volvía a empezar, hasta que llego un día en el que llego a lo más alto del árbol y se dio cuanta de que él era esa pájaro al que tanto había admirado. 

Así me describí a mí misma y lo sigo haciendo, sigo pensando lo mismo, esa es la mejor manera de describirme, esa soy yo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario