martes, 25 de julio de 2023

CUATRO MIL NOVECIENTOS SESENTA Y DOS

 





Me cuesta acostumbrarme a la vida de familia, a no tener una buena salud, a hacer ciertas cosas que nadie me las puede hacer, aún así acepto el regalo de estar viva y saber que tengo un techo y una cama además de arroz integral.

Todos los movimientos me cuestan, no obstante me fuerzo pero menos de lo que debiera.

No he perdido la cabeza, eso ya sé lo que es y resulta muy desagradable.

He estado escuchando la conferencia de Prem Rawat en Dublín la semana pasada, en la que cuenta una historia que me encanta:

Se trata de un rey que piensa mucho en el cielo y el infierno, es un tema que se le escapa, los confunde. por lo que se monta en su caballo y sale a pasear por su reino para ver si encuentra un hombre sabio que pueda ayudarle.

Tuvo la suerte de ver a uno en el camino, paró su caballo y dirigiéndose a él, le dijo:

Hombre sabio, quiero hacerte una pregunta.

A lo que el hombre sabio contestó: "No tengo tiempo, estoy en mi camino".

El rey se enfureció:

¡Qué manera es esa de hablar a tu rey! No te das cuenta de que soy el que manda en este reino, deberías ser más amable conmigo.

El rey estaba realmente enfadado, por lo que el hombre sabio le dijo:

"Ahora estás en el infierno. Eso que sientes es estar en el infierno".

El rey bajó del caballo, se arrodilló, lloró y le pidió perdón con todo su corazón,

Entiendo lo que dices, te entiendo y te ruego que me perdones.

El hombre sabio le dijo al rey:

"Ahora estás en el cielo"

Gracias, gracias, gracias. te he entendido perfectamente, te estoy muy agradecido.

Me gusta tanto este cuentecito que procuro tenerlo presente cuando las ganas de enfadarme intentan apoderarse de mí.





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