sábado, 15 de julio de 2023

CUATRO MIL NOVECIENTOS CINCUENTA Y CINCO

 





Debido a que el mundo del corazón ha dejado de entretenerme y todavía no estoy informada de películas ni de series, he estado viendo un rato la carrera de traineras en la ría de Bilbao, delante del Guggenheim, lástima que al no saber Euskera no he sido capaz de identificar cómo ha quedado Santurce, que es la que más me interesaba porque la familia de mi padre viene de allí y hasta que me casé veraneaba en ese pueblo famoso por sus sardineras.

Siempre he querido saber Euskera, así que hace unos años me matriculé en una escuela de Getxo y me pasé el invierno yendo a clase de cuatro a seis, me resultaba muy difícil y no tenía con quien practicarlo, no conozco a nadie que hable Euskera, así que decidí dejarlo y dedicarme a la escritura, por lo que me apunté a un taller en Algorta en el que aprendí mucho y fui muy feliz pero el profesor se hartó de mi y con la disculpa de que alteraba la clase me invitó a dejarlo.

Desde entonces echo de menos las clases, he intentado en algunas escuelas que anuncian en Instagram pero no me han convencido, así que ahora me encuentro sola, el hecho de no tener un profesor y compañeros limita el atractivo de la escritura que resulta muy solitario cuando solo escribo el blog y me sigue poca gente, aunque reconozco que los pocos que me siguen son muy fieles y les estoy muy agradecida porque me animan.

Lo bueno es que como leo mucho, cada día tengo más ganas de escribir, solo me falta empezar un texto y pensar en lo que quiero contar.






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