lunes, 12 de abril de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS SETENTA Y TRES

 





Emocionada tras haver visto el documental Dancer sobre el magnífico bailarín ucraniano Sergei Polunin, creo que es la primera vez que se muestra la verdad sobre los sentimientos de un artista excepcional, aquí no hay trampa ni cartón, llegar a la gloria requiere un esfuerzo extraordinario, no solo para el protagonista sino para los que están en su entorno.

¿Merece la pena?

No tengo la respuesta.

Existen tantas preguntas sobre las decisiones que se toman en la vida, por eso creo que es importante ser consciente siempre y en todo momento aunque sea difícil, sobre todo cuando se es joven.

Estoy contenta de ser mayor, porque estoy tranquila, me tomo mi tiempo para pensar lo que me conviene, sabiendo que es posible equivocarme, lo acepto y no le doy más vueltas, solo se vive una vez, no se puede ir hacia atrás.

Ojalá nos enseñaran desde pequeños la importancia de ser conscientes en vez de obedecer sin poder dar nuestra opinión, sin tiempo para la discusión, para llegar a la comprensión y al acuerdo.

Si papá, si mamá, eso es todo.

Todo va muy deprisa hoy en día, lo he dicho en otras ocasiones y lo sigo experimentando.

Hoy, sin ir más lejos, por la mañana he tenido que cambiar la hora de la cita que tenía en el hospital de Cruces para hacerme la absorción de médula, tenía miedo de que me doliera la pierna, llevo una temporada con dolores y no quería pasar un mal rato, me he quedado tranquila y he pasado un buen día, no obstante ha llegado Beatriz y me ha alterado diciendo que ya están citando a la gente de mi edad para ponerles la vacuna de la covid, que lo único que tenía que hacer era meterme en internet.

Lo he intentado pero no he conseguido nada excepto ponerme nerviosa, porque por otro lado, Berta, mi profesora de Pilates, me había contado que a su padre le habían mandado un mensaje en el que le explicaban lo que tenía que hacer.

Detesto ponerme nerviosa y cuando se trata de asuntos de mi propia salud es difícil controlarme, no obstante lo he conseguido, esperaré tranquilamente hasta que me llegue el mensaje y pueda hacer las cosas con tranquilidad, eso es lo fundamental, mantener siempre la calma.

El santo Milarepa del Tibet, decía:

No existe nada en este mundo por lo que merezca la pena llevarse un disgusto, ni siquiera la muerte.

Estoy de acuerdo con Milarepa del Tibet.







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