martes, 21 de enero de 2020

TRES MIL SIETE








Están cayendo en mis manos algunos capítulos de la biografía de Demi Moore, In and Out y recuerdo con cierta sonrisa aquel día en que me encontraba hablando con la vendedora de la sección de vitaminas en el Pacific Coast Greens de la PCH, Malibu, Ca. supermercado en donde todo era ecológico incluido carne y pescado.
De repente, sin venir a cuento, la chica que con tanto énfasis me cantaba las glorias del Gingko Biloba para recuperar la memoria, se dio la vuelta dándome la espalda.
Me sentí furiosa, no me lo podía creer, pero la curiosidad pudo más que la humillación y quise saber qué le había llevado a cometer semejante desfachatez.

¡Ah! Lo entendí

Allí estaba, entusiasmada, explicando a Demi Moore las maravillas de alguna pastilla orgánica.
Miré con cierto disimulo, no me gustaba extasiarme ante los artistas que se paseaban por Los Ángeles, hay muchos y aunque casi siempre impresionan, no es como para perder la dignidad.

Demi estaba con la cara lavada, solo llevaba los ojos pintados de negro.
Tenía una buenas tetas operadas bajo una camiseta negra corriente y unos vaqueros.
Es posible que si no hubiera sabido quién era no me habría fijado en ella.
No tenía buen cutis.
Reconozco que me gustó verla allí de una manera tan casual.
Me tocó pagar detrás de ella en la caja y el chico que me atendió se puso a dar saltos cuando Demi salió ..







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