Aunque tengo suficiente experiencia de la vida para que pocas cosas me pillen de sorpresa, me sigue pasando.
Paso por millones de diferentes sensaciones.
Cuando ya estoy convencida de que he conseguido llegar el estado de línea recta en donde las emociones se paran y puedo vivir la vida como un testigo de mi propia respiración, de repente aparecen problemitas que me obligan a detenerme y a saber que, una vez más no me queda más remedio que hacer un acto de aceptar lo que viene sin oponer resistencia.
Supongo que aunque en el fondo de mi corazón estoy contenta de volver al hospital mañana, porque sé que es bueno para mi curación completa, el miedo asoma la patita.
No es que hayan sido fáciles las cuatro semanas que me he pasado inmovilizada en la cama con gran dolor de rodilla pero siempre es más fácil que luchar por mi vida.
No niego el miedo, está ahí, pero lo supero y confío en que todo está en su sitio y se pondrá mejor todavía.
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