jueves, 16 de junio de 2022

CUATRO MIL SEISCIENTOS DIECIOCHO

 





Pasan los días y sigo fastidiada, gracias a Dios sé que lo que tengo se cura con el tiempo así que solo necesito paciencia.

Pensé que estos días de aparente descanso podrían ser maravillosos para escribir más de lo habitual pero no es el caso, estoy cansada y mejor tumbada que sentada, no obstante reconozco que el ordenador y la comunicación con la gente me complace enormemente y eso que ni siquiera soy capaz de hablar por teléfono.

Me están haciendo un tratamiento de reiki a distancia desde Venezuela y me está sentando muy bien, me lo hacen a las cuatro de la madrugada, cuando estoy dormida y paso unas noches estupendas, me despierto como si viniera de otra galaxia, después de un sueño profundo, largo, sin sueños ni interrupciones de ninguna clase. Consta de cuatro sesiones y todavía me faltan dos, lo malo es que durante el día no lo noto, me sigue doliendo la cintura al andar pero la rodilla va mucho mejor.

También me noto un poco atontada de la cabeza, no me queda más remedio que aguantarme.

He intentado leer el libro que ha publicado mi hijo de su tesis doctoral y me resulta difícil, son temas en los que no estoy introducida y tampoco despiertan mi interés pero lo ojeo y poco a poco me voy enterando, es tan diferente el mundo el arte actual de aquel en el que yo me eduqué que no tiene nada que ver aunque al final todo llega a la misma conclusión y es que la máxima sabiduría es el conocimiento de uno mismo.





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