lunes, 9 de octubre de 2023

CINCO MIL DIEZ Y OCHO

 




Ha pasado el tiempo.

Tanto puede acontecer en instantes que tengo la sensación de volver de Australia, aunque la realidad es que solo he estado en dos hospitales cercanos.

Mientras los traumatólogos se ocupaban de mi muñeca, yo viajaba dentro de mi y me sorprendía con lo que me encontraba, no más ni menos que a mí misma.

He pasado varios años, creo que cuatro, sin tener acceso a mi realidad, un bloqueo aparentemente circunstancial del que no conseguía despertar.

Ya pasó.

Finalmente y solo por una vulgar rotura de huesos, he conseguido acceder a la inspiración, ha sido un encuentro precioso, he visto mi luz, la que siempre está conmigo pero solo se manifiesta cuando quiere, yo no mando, solo se me permite disfrutar de ella, soy un mero espectador.

Ha sido maravilloso, puro cielo.

Ya estoy en mi ser, el cáncer me robó algo muy bonito en lo que confiaba y tomaba como mío.

Hay un mundo etéreo del que solo se me permite disfrutar, está relacionado con la intuición y es una de mis mejores dones.

Cuando expuse el proyecto HOMENAJE AL ATHLETIC, salió un artículo en la última página de EL CORREO que se titulaba:

NO DIGA INTUICIÓN, DIGA BLANCA ORAA.

Ese es el terreno del que hablo, donde se encuentran los elfos y las hadas del bosque y de donde salen los cantos maravillosos del mundo oculto en donde todo es gracia y belleza.







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