sábado, 30 de julio de 2022

CUATRO MIL SEISCIENTOS CUARENTA Y DOS

 




Es evidente que las cosas están llegando a un punto en el que poco podemos predecir y/o esperar.

Algunos hablan como si supieran y otros, sobre todo en la radio, reconocen que no tienen ni idea de lo que está pasando en el planeta que habitamos.

Ayer contaba una señora que no era española pero hablaba muy bien castellano, que nosotros estamos preocupados porque hace más calor del habitual, lo cual es un problema pero no tiene comparación con las personas que tienen que vender a sus niñas de seis años porque no pueden alimentarlas y ofrecerlas en matrimonio a un vejestorio por 20 dólares, es la única salida. 

Me impresiona que por otro lado me entero que en Kiev van como locos a las discotecas por las noches.

Así van pasando los días, me siento incapaz de descifrar el panorama actual, he vivido muchos años pero nunca me he encontrado en una situación tan anómala como la actual, echo de menos a mi madre, no sé qué pensaría si estuviera viva.




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