miércoles, 9 de febrero de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS TRECE

 





Me ha pasado algo realmente singular.

No sé si alguna vez he comentado que uno de mis escritores actuales predilectos es Michel Houellebecq, francés, muy especial, un adelantado, magnífico escritor, una especie de genio.

Pues bien, ayer Isabel Coixet publicó en Instagram un video en el que Houellebecq se hallaba en una especie de campo salvaje bailando como un loco con una música trepidante.

Me dio envidia, me encantaría hacer algo parecido pero soy incapaz de moverme, casi no puedo ni levantarme de la silla, tiene que ser muy relajante bailar en plan salvaje durante un buen rato sin testigos y al final tumbarte a descansar.

Pensé que para mí hoy en día sería imposible hacer algo así, tan libre, sin prejuicios, solo con el movimiento del cuerpo.

Pues bien, hoy, mientras miraba los comentarios de Facebook, en ese espacio de recuerdos que ponen sin que yo lo pida y que aprovecho para eliminarlos, de repente he visto un video mío llamado "Noise performance" el cual, a pesar de estar muy mal grabado y de que yo estoy gorda y fea, me ha encantado y me ha dado una sensación parecida a la que debió de sentir Michel Houellebecq cuando bailó en la naturaleza, hasta tal punto me ha emocionado que lo he compartido, inspira libertad y eso siempre es maravilloso.

No tengo vergüenza.









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