jueves, 13 de agosto de 2020

CUATRO MIL OCHENTA Y NUEVE









Una cosa importante en la que Prem Rawat insiste mucho es en que nos concentremos en la respiración.
No me resulta fácil, no obstante, cada vez que me acuerdo, lo hago y siempre funciona.
En el momento en que me encuentro incómoda, distraída o preocupada, me paro, cierro los ojos, observo mi respiración y al cabo de un ratito empiezo a sentirme mejor.
Recuerdo que durante las cinco semanas que pasé en el hospital aislada y encontrándome mal de verdad, con muchas ganas de que terminara la pesadilla, los mejores momentos fueron cuando me concentraba en la respiración y me quedaba adormilada, en un estado de ánimo que no tenía nada que ver con la circunstancia que estaba viviendo, simplemente me encontraba a gusto, sin más y pensándolo bien eso es lo único que deseo en este mundo, sentirme satisfecha.
Por eso doy tanta importancia a estar de buen humor, porque de lo contrario cualquier tontería, hasta ver una hormiga paseando alegremente en la pared de la cocina, me puede alterar.
Cuando estoy de buen humor me siento fuerte, es como si nada pudiera sacarme de ese estado de plenitud.
Es maravilloso que lo que más me guste del mundo sea respirar.
Está cerca, lo tendré hasta que me muera, nadie me lo puede quitar, no cuesta dinero y no necesito nada excepto estar atenta.
Es lo más importante que tengo en esta vida y siempre está ahí.
Es el gran descubrimiento, la experiencia de la vida.
Estoy realmente agradecida de que Prem Rawat me haya enseñado no solo a apreciar mi vida sino a cómo llegar a ese estado de plenitud.









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