No pienso quejarme, esa palabra está fuera de mi vocabulario, solo me apetece explicar que las cosas han cambiado.
Hasta hace poco tiempo sacaba fotos desde lugares inverosímiles a los que entraba sin dificultad.
Ahora los caminos se han reducido.
Hasta tal punto se ha puesto difícil acceder a algunos sitios que he llegado a pensar en hacer un cursillo de fotografiar con dron pero lo he pensado mejor y he llegado a la conclusión de que no es eso lo que deseo, prefiero aceptar los límites y esperar a que llegue el invierno.
Me pregunto por qué han cambiado tanto las cosas.
Bien es verdad que el verano pasado no existió para mí y ahora la Covid19 ha movilizado a la gente, nunca he visto tantos coches en los aparcamientos de las playas, nunca en toda mi vida, es como si todos los días fueran fiesta o domingo.
Menos mal que me gusta estar en casa y que tengo muchos asuntos en los que entretenerme además de que detesto el calor, tal vez por lo único que me afecta es por no poder sacar fotos de los lugares que me encantaban pero no importa, encontraré otros nuevos.
No salir de casa tiene ventajas.
He aprendido a no tener que hacer recados.
Durante el confinamiento aprendí a pedir todo por teléfono, a pagar con Bizum, a saber los programas de la radio que me interesan y así ahora la vida me resulta fácil porque nada me puede disgustar más que tener que salir de casa para comprar aceite, por ejemplo.
Eso me pasa con casi todo lo que necesito excepto los zapatos ya que tengo que calzarme con zapatos Mephisto y luego tengo que llevar el zapato derecho al zapatero para que me ponga un alza.
También tengo que encargarme plantillas en Bilbao, esas cosas tan personales me obligan a salir de casa pero lo acepto de la misma manera que voy a la peluquería, a Pilates o a la masajista.
Lo bueno de agosto es que todo el mundo está de vacaciones, yo nunca he tenido vacaciones, solo he viajado mucho para ver a Prem Rawat y en algunos sitios como India o Mauricio, que me gustaban, me quedaba un par de semanas o más, creo que esas eran mis vacaciones.
También se puede decir que cuando iba a Saint Gaudens descansaba y aprendía macrobiótica, conocía gente interesante, iba al cine, practicaba francés y volvía a casa como nueva.
De momento no me apetece salir de casa, estoy bien así.
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