miércoles, 17 de junio de 2015

La exposición de Jeff Koons





El domingo pasado decidí dedicar la mañana a ver la expo de Jeff Koons que fue inaugurada hace unos días en el museo Guggenheim de Bilbao.
Reconozco que llegué cargada de prejuicios y lo único que me motivaba era la curiosidad por saber qué tendría de especial la obra del artista contemporáneo vivo mejor pagado del mundo.
Había visto algunas piezas suyas, incluido el perro de flores que está en la entrada, algún reportaje en el que se ve como trabajan sus esbirros, y sabía que había estado casado con la famosa artista porno, cantante y ex_política italiana Cicciolina.
A medida que me paseaba por las impresionantes salas en las que se encontraban las obras de factura impoluta, mis estados de ánimo evolucionaban y adquirían toda clase de tonalidades.
Al principio sentí cierto enfado provocado por la sensación de que me estaban tomando el pelo.
Intenté calmarme y traté de empezar otra vez desde cero, lo cual era difícil, porque ya tenía demasiadas referencias sobre este artista tan famoso.
Al ver el título “Diversión fácil” comprendí que se trataba simplemente de pasar un buen rato y que nadie quería reírse de mi, sino conmigo.
Creo que por primera vez en mi vida realicé lo que significa esta frase tan manida.
Desde esa estado sereno de aceptación y entendimiento, me vino a la cabeza que es muy posible que los que vieron por primera vez el urinario de Duchamp cuando lo envió a la exposición de Nueva York en 1917 con el título “Fuente”, debieron de tener una primera reacción parecida a la mía, y sin embargo, recientemente ha sido elegido por medio millar de expertos, críticos y artistas, como la obra de arte más influyente del siglo XX.
Luego tuve la sensación de que todo era un circo y de que el primero que lo sabe es el propio artista, el cual ni siquiera ejecuta sus piezas sino que tras hacer unos tejemanejes en el ordenador, juntando lo que ha tenido mas o menos repercusión desde la antigua Grecia hasta nuestros días, incluyendo juguetes de niños y de mayores, elementos kitsch, alusiones publicitarias y muchísimos mas ingredientes que componen su fuente de inspiración, decide lo que desea y lo pone en manos de sus 150 asistentes, que se encargan de llevar a cabo una realización impecable.
Cuando llegué a la sala donde se exponen las aspiradoras, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para aceptar que me costaba reconocer sus piezas como obras de arte.
Respiré una vez mas.
Koons es muy listo y sabe a la perfección lo que se trae entre manos.
Sabe como nadie mezclar arte con mercantilismo.

Salí de la expo un poco descompuesta y necesité un tiempo para ordenar mis ideas.
Me veía incapacitada para saber lo que me había parecido. 
Si los estudiosos del arte le consideran tanto, será por algo que yo no he sido capaz de apreciar.
Tenía demasiados pensamientos encontrados.
Lo que necesitaba era saber lo que opina Calvo Serraller sobre Jeff Koons y así encontrar un punto de apoyo.
El respeto que profeso al criterio de Calvo Serraller seguro que me tranquilizaría y me ayudaría a poner orden en mis ideas.
Efectivamente, al llegar a casa encontré un video en el que Calvo Serraller habla del arte pop desde la antigüedad hasta nuestros días, gracias al cual fui capaz de poner en contexto lo que significa la obra de Koons en el momento actual.
También tropecé con un texto en el que Calvo Serraller hace un acertado paralelismo entre la obra de Zurbarán que está expuesto en el Thyssen al mismo tiempo que Koons en el Guggenheim, diciendo que ambos artistas son producto del momento histórico en el que viven, lo cual les convierte en artistas pop.


Ahora que he aprendido de qué trata el arte pop y la obra de Koons en particular, estoy deseando volver al Guggenheim y disfrutar de la inmensidad de la muestra, que según el propio artista es la mejor de su vida. 

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