Después de leer el último relato de Vargas Llosa, se me han quitado las ganas de leer cualquier cosa cuyo aroma me resulte insoportable.
Reconozco que el Nobel de Literatura tiene un castellano muy depurado cuando habla y escribe, no obstante deja una especie de recuerdo pestilente, difícil de olvidar.
Me gusta mucho el estudio que hizo sobre el Madame Bovary de Flaubert, que leí hace muchos años cuando se puso de moda la literatura latina, a la sazón yo tenía unos veinte años y empecé con García Márquez y seguí con los demás, en aquella época yo estudiaba Bellas Artes y todos los de mi clase nos entreteníamos leyendo a todos los sudamericanos y llevábamos el Max Doerner debajo del brazo, esas eran las lecturas más importantes de los que pretendíamos ser artistas.
Max Doerner:
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