miércoles, 8 de febrero de 2023

CUATRO MIL SETECIENTOS SETENTA Y NUEVE

 





Ayer empecé a escribir como lo hacía antes de la leucemia, cuando me consideraba segura de mí misma y con la confianza absoluta en que siempre tenía suficiente inspiración para llenar miles de páginas contando cosas más o menos interesantes, no soy Vargas Llosa ni falta que me hace, prefiero ser yo misma, humilde y sabiendo que todo lo que necesito está dentro de mí.

Solo necesito confiar.

Confío plenamente en que como decía mi amiga Pizca, soy como un manantial del que fluyen las palabras como agua pura que baja de las montañas tratando de saltar por encima de rocas y piedras para desahogarse en la corriente de un río plácido, ahí se juntan y ordenan creando algo bonito que resulta placentero para el lector.

Lo que hay dentro de mi siempre es bonito, ya no tengo la rabia y las frustraciones que recuerdo haber soportado hace años cuando todo me dolía y no sabía como relajarme.

Aquello ya pasó, ahora vivo tranquila, todo empezó cuando decidí ejercitar la humildad.

La humildad me ayuda a ser agradecida. 





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