viernes, 11 de octubre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS TREINTA Y SEIS









A veces, por circunstancias ajenas a mi voluntad, la vida me ha obligado a aprender asignaturas que nunca me habían interesado.
Esto es lo que llevo haciendo desde hace más de cuatro meses.
Jamás mostré el mínimo interés por la medicina.
No solo no me gustaba sino que más bien la detestaba.
Ahora sé que existe el dolor, la enfermedad, la investigación, los tratamientos que salvan vidas, los médicos que luchan al lado de los pacientes y que consiguen curaciones extraordinarias.
Hoy, gracias a Dios, estoy de vacaciones del hospital de día, lo cual no supone que deje de tomar medicación, pero me resulta agradable saber que tengo un mes por delante para hacer una vida tranquila.
También estoy aprendiendo a no quejarme y a desarrollar la paciencia que casi no la había estrenado.

Y si pongo en un paquete todo lo bueno que me ofrece la vida, no me queda más remedio que dar gracias al cielo.








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