sábado, 5 de octubre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS TREINTA









He comprobado con cierto estupor que en cuatro meses las cosas han cambiado hasta tal punto, que han eliminado las sesiones de las cinco de la tarde en los cines de Getxo y Leioa durante la semana.
No es que yo estuviera decidida todavía a dar el paso de acudir a un cine porque debo evitar las aglomeraciones lo cual no evita que me pregunte ¿cómo ha podido bajar tanto la afición a ver una buena película en un cine?
No voy a negar que me resulte agradable ver una película sin salir de casa, pero el placer que me proporciona ir a un cine oscuro, pagar mi entrada y concentrarme en la pantalla, es inigualable.
Por lo menos me queda la satisfacción de tener un iMac de 27 pulgadas cuya calidad de visionado es excelente, no obstante reconozco que me gusta ir al cine y ver los estrenos.
Tengo que tomarme la vida con calma, ya lo he aceptado y noto que me sienta bien. 
La prisa no es buena consejera y yo no estoy en condiciones de acelerar mis pasos.
Ya me avisaron:

Tu leucemia tiene cura pero es lenta.


O sea que, contenta y agradecida, miro el tiempo desde la terraza y veo que el cielo está despejado, la vida me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa con agradecimiento.
















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