viernes, 22 de febrero de 2019

DOS MIL SETECIENTOS TRECE








Cuando había llegado a la conclusión de que las artes plásticas me habían dejado de interesar, me encuentro con alguien cuya estética despierta mi entusiasmo. 
Se trata de Thomas Hirschhorn, artista suizo residente en París quien, además de incluir al espectador en su trabajo, utiliza elementos de uso cotidiano con los que me identifico.
Veo los videos de sus exposiciones, instalaciones, conversaciones, explicaciones y todo lo que muestra y me conmueve su generosidad así como su valentía y entusiasmo.
Ha sido mi amigo de Kiev, Yuriy Sivirin quien me lo ha descubierto.
Yriy Sivirin conoce a muchos artistas contemporáneos de todo el mundo cuyo trabajo es fascinante, mucho más del que hacen los artistas que yo conozco.

Ahora me dedico a ver videos de artistas que me empiezan a embelesar. 
Es como despertar a la vida a través de algo que creía estaba muerto:
Mi pasón por el arte plástico.
No siento lo mismo, es diferente, ya no estoy dentro, pero me satisface mi condición de espectadora.

Como diría la actriz vasca residente en Quebec, Begoña Zabala, observo el mundo desde el palco.













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