sábado, 30 de septiembre de 2023

CINCO MIL DOCE

 




Ayer en el aperitivo me divertí mucho con la familia.

Estuve con Manolo y Álvaro Basterra y apareció Leonor, la madre de Manolo, muy guapa y cuidada, vestida de negro, miraba a su hijo con deleite, le adora pero no es recíproco, Manolo se puso nervioso, explicando que había quedado con alguien y se marchó.

Su madre le dijo:

¡Adiós Pocholo! (sic)

Yo tomé una croqueta que me resultó desagradable porque el jamón York y el huevo duro estaban muy grandes.

Salí muy contenta de todo, es mejor encontrarse con la familia en lugares públicos que en las casas.

Apareció Lauri Satrustegui en silla de ruedas que empujaba su hija Ana, íntima amiga mía desde hace muchos años.

Debido a mi pérdida de memoria, no me salía el nombre de Lauri, solo me salía la L de Lucía que es la hija de Ana, así que le pregunté a Lauri: 

¿Sabes quien soy:

Y contestó sin titubear con sus noventa y cuatro años a sus espaldas:

"Claro que sí, tu eres Blanquita Oraa".

Me quedé de piedra.

Hace muchos años que conozco y admiro a Lauri, pero desde que mi memoria vacila, me sorprendió que una persona mayor tuviera tanta claridad en su cabeza.

Tengo que hacer algo para recuperar mi memoria.

Todo empezó hace años cuando fui a Madrid para que me tratara el doctor Álvarez de Mon que estaba considerando una eminencia y me recetó una medicación que constaba de cuatro medicinas, entre las que se encontraba la Lírica, en seguida note que perdía memoria, lo comenté con el doctor y me dijo que era imposible con lo que tomaba pero yo me conozco así que dejé de tomarla a pesar de que aunque no me curaba, me sentaba muy bien, pero perder la memoria es horroroso, no lo podía aceptar.

Más tarde cuando tuve leucemia otra vez me notaba peor la memoria pero la quimioterapia me curaba el cáncer por lo que eso no podía dejarlo.










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