sábado, 8 de octubre de 2022

CUATRO MIL SEISCIENTOS NOVENTA Y CINCO

 





La ventaja de que la mayoría de mis enfermedades sean psicosomáticas es que en cuanto sé de lo que se trata, lo acepto, le pongo nombre y remedio, ya empieza mi curación, a la cual me uno con todo mi entusiasmo y siempre salgo vencedora, eso ha sido exactamente lo que me estaba pasando la última fase de mi vida en la que me encontraba con el ánimo bajo, lo cual no forma parte de mi estilo, así que sin pensarlo demasiado porque sabía perfectamente de qué se trataba, pedí hora con mi doctora de cabecera y le conté´mi caso que se solucionaba en un instante.

Me recetó Escitalopran, un antidepresivo que recordaba haber tomado en otro momento de mi vida y que sigue vigente, fui a la farmacia y me dijeron que hasta el día siguiente por la mañana no lo tendrían, así que me fui a la farmacia cercana a mi casa que es donde compro todo lo que necesito, son encantadoras y en el momento en que tuve la caja en mis manos, ya casi estaba curada.

Han pasado tres días desde entonces y mi vida ha vuelto a ser la que recordaba, me siento fuerte, contenta, vital, es decir me reconozco.

Yo soy una persona alegre, me gusta estar contenta y de buen humor y soy capaz de hacer el esfuerzo que sea necesario para sentirme a gusto con la vida.

Además de quitarme la bajada de ánimo que sentía, hoy he dormido toda la noche de un tirón, algo excepcional para mí desde hace meses.

Han sido muchos años los que han pasado sin encontrarme bien del todo, aparte de la leucemia he tenido varias operaciones de pierna, un tumor en las encías, una infección cuando tomaba la quimioterapia, y he luchado para no quejarme porque para mí eso es lo peor, detesto la queja, prefiero resolver mis problemas de una manera más discreta, aceptando lo que viene y esperando que pase pronto.

Así que estoy encantada, feliz de poder estar tranquila con todos los entretenimientos que me salen al paso.




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